Lolo Diego fundó la compañía Jamming en 2003 junto a Juanma y Paula, desde entonces ha tenido más de dos millones de espectadores
Improvisar forma parte de la vida, en especial la de Lolo Diego. Tanto es así, que hace ya 20 años que puso en marcha la compañía de teatro de improvisación Jamming, que desde 2003 sube a escena shows llenos de humor e ingenio. Sus 20 temporadas ininterrumpidas en cartel y sus más de dos millones de espectadores lo elevan al top del teatro de comedia madrileño.
Improvisar forma parte de la vida, en especial la de Lolo Diego. Tanto es así, que hace ya 20 años que puso en marcha la compañía de teatro de improvisación Jamming, que desde 2003 sube a escena shows llenos de humor e ingenio. Sus 20 temporadas ininterrumpidas en cartel y sus más de dos millones de espectadores lo elevan al top del teatro de comedia madrileño.
La primera vez que Lolo se puso delante del público fue con 7 años en el pueblo de su abuela, y todavía recuerda como si fuera ayer la obra que representó: «De Jardiel Poncela, Cuatro corazones con freno marcha atrás. En esta obra, en vez de ir envejeciendo, van rejuveneciendo, y dos de los personajes se convierten en niños». Y así fue como Lolo interpretó a uno de estos chavales. Después de este precoz estreno, siguió con su vida sin plantearse siquiera dedicarse a ello: «Mi sueño no era ser actor, quería ser futbolista». En la actualidad, admite que esa antigua aspiración deportiva sigue siendo «una pequeña espinita clavada».
Y es que su carrera como actor comenzó como un pasatiempo: «Empecé con la improvisación en la escuela de teatro», el lugar donde se gestó su compañía. «En esta escuela, Asura, yo me metí en clases de improvisación», recuerda. «Mi primo Juanma iba a acrobacias, pero se hizo una rotura de fibras el primer día y me dijo que me acompañaría. Y allí conocimos a Paula». Los tres participaban en un espectáculo que llegó a su fin, y fue en ese momento cuando decidieron continuar juntos: «A Paula, Juanma y a mi nos gustaba mucho todo ese mundo, y decidimos continuar con la improvisación. Creamos la escuela Jamming y a partir de ahí empezamos a hablar en -ing».
En Jamming, además de improvisar distintas situaciones con la ayuda del público, utilizan distintos estilings, en los que juegan con acentos y registros interpretativos diferentes. Entre sus formatos más famosos se encuentran «la telenovela, Shakespeare, la Nouvelle Vague francesa..». En sus actuaciones no hay ningún texto preparado, pero Lolo no teme quedarse en blanco sobre el escenario: «De hecho, ese instante en el que no sabes que decir es el mejor momento para improvisar». En Jamming, la preparación es muy distinta a la de las obras con guión: «Más que ensayar entrenamos, hacemos diferentes dinámicas para practicar. Yo lo comparo con los deportistas. Tenemos entrenamiento de trabajo en equipo, de creatividad, de escucha…».
Además de su compañía, Lolo Diego ha actuado en otras obras, películas y series de televisión como Servir y proteger, Caronte, Amar en tiempos revueltos y El Ministerio del tiempo. De todas estas incursiones, hay una que no duda en destacar por encima de todas las demás como la más importante para su carrera: «El trabajo que más repercusión tuvo fue la última temporada de Vis a vis. Al personaje que interpreté, Apolo, le tengo mucho cariño. También fue importante por la experiencia profesional, porque estar con actrices como Isabel Naveira o Nanjwa Nimri es una experiencia brutal». Actualmente Lolo está inmerso en el montaje teatral Señor B: Algunos desastres de una guerra. «Interpreto al Señor B, que es el personaje más complejo y el más profundo que podía hacer en una obra», destaca.
En Jamming, además de los espectáculos, también ofrecen cursos para quienes quieran aprender y entrenar el arte de la improvisación. «La mayoría de gente viene por pasarlo bien, por hobby», explica Lolo. «Tenemos cursos intensivos de fin de semana y otros durante todo el año. También hay personas que vienen porque quieren perder el miedo a hablar en público». Lolo está cargado de proyectos, muchos de los cuáles no puede desvelar todavía. Y aunque no sabe qué papeles le deparará el futuro, lo único que tiene claro es que seguirá improvisando.